
La ciudad está encantada.
Yo parezco deambular todavía con mis pesares por los atardeceres alocados.
En realidad ya no son dolores, son sin sabores.
Sensación de haberlo vivido todo.
De haberlo intuído.
De haberlo sentido.
De haber sentido lo que era el amor y el desprecio.
De conocer las dos caras de la moneda.
Estas calles llenas de ruido me llenan de silencio.
Tengo ganas de vivir, de sentir.
Vivo pero no siento.
Las palabras no me salen, no se acomodan.
Los lugares ya no son familiares.
Me muevo por esta casa antigua y no me encuentro,
algún dia dije que no me reconocía.
Era así.
Hoy no me encuentro.
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