Sobre la mesa yace todo alborotado.
Como es adentro es afuera.
Una vida llena de ganas de vivirlo todo.
Botellas de licor ya sin aroma en un rincón.
Y la manía de escribir con luna llena como si fuera garantía de algo.
Por lo menos escribo.
Por lo menos las palabras se amontonan.
Ya no son borradores y lapices negros.
Ya no es la computadora.
Es un pulgar enloquecido en un celular antiguo que predice las palabras,
pero poco sabe de este presente.
Soy yo escribiendo en el celular y sus 1224 caracteres.
Recuerdo que hubo ratos peores.
Conciencia pura.
Raciocinio, esa creencia de saberlo todo.
Abstemia.
Las lágrimas hasta los ojos secos.
Personas que tenían miedo de mi, de mi soledad, de mi depresión.
De aquello en lo que me convertiría sin vos.
Sin tenerte.
De mi fragilidad y mis rezos
Pasaron los años, mi fe se esfumó.
Algunos de mis valores resisitieron intactos.
Aquella bohemia.
Esa mujer romántica aun persiste en amores equivocados.
Pero para errar hubo que haber dado un primer paso.
Hoy espero,anhelo,suspiro.
Me estremezco, me conmuevo.
Me interno en historias fugaces.
Desespero.
Y VUELVO A EMPEZAR.
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