Desde chica exhibía su apellido con mucho orgullo, porque además de López compartía con su abuelo el color de pelo (los dos eran pelirrojos ) y esas pecas en la cara,en los brazos y en los hombros.
Miraba raro a los que decían que era un apellido común.
Así paso toda su escuela primaria y secundaria. Estaba en el ultimo año cuando tuvo que decir adiós a su abuelo.
El llamado llegó de madrugada, se acurrucó en la cama y desde allí fue como dejarlo ir.
No pudo entrar adonde se llevaba a cabo el velatorio, Tenia bien en claro que no coincidía con ese ritual.
Ya había ido al de una amiga y al de su abuela. Allí decidió que el último recuerdo que tendría de sus seres queridos sería con vida.
No habría velorios ni cementerios.
Ella se despediría en privado.
Entonces llegó eso de abrazar y llorar por quien se fue.
Sólo importaba su padre, ya que era el el que había perdido el suyo. Por el debía estar de pie,erguida.
Aunque esa mañana no pudo, el dolor la quebró y la dejó arrodillada en la vereda.
Sin aire y sola.
Solo un viaje podría traerla de nuevo y llenar ese vacío.
Así llego a San Luis.
Y se presento como lo hacia siempre. Aunque esa vez estaba en Merlo, donde se habia criado su Papa.
Su amado Papa, sin acento y con mayúscula.
Alli fue en busca de esa escuela donde el había escrito sus primeras palabras.
Se llenó de paisajes ,de calles con carretas y perros alborotados.
San Luis tenia ese microclima que te hacia sentir cómodo con solo respirar.
Sin embargo a ella le faltaba el aire.
Fueron sólo cinco días.
Encontró recuerdos.
Encontró vecinos que habían jugado con su abuelo de chico cuando las calles eran de barro y se juntaban en la esquina a escribir en las paredes de una despensa. Con maderitas dibujaban sus nombres , fechas y corazones.
Esa esquina hablaba.
Los escuchaba reir y a veces hasta podía imaginarlos.
El ultimo día por fin pudo ver el amanecer, los anteriores se quedaba dormida.
Aunque hacia frío la ventana de su habitación estaba abierta y sus bolsos en un rincón bien preparados.
Se preparó unos mates dulces y se sentó a llorar.
Luego se dirigió hacia la escuela ubicada solo a unas cuadras.
Se entrevisto con la directora y le explico cual era su deseo.
Entonces puso sobre el escritorio una placa que habia preparado . Retiro la felpa que la cubría y se pudo ver:
"Salón de actos: Mario Papa López"
Papa sin acento y con mayúscula.
200409

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