En mi cara

Me dijiste que en tu vida no había espacio,ni tiempo para mí.

Me dijiste que no había lugar para el amor.

Parecía que te estabas sacando un saco viejo.

Era un domingo de sol, te miraba a los ojos y no dejabas de jugar con el saquito de té.

-Te acompaño-dijo.

Dejé que caminaras a mi lado, en silencio.

Y ahí estaba. Estática. Inmóvil. Los pasos dados por inercia.

Dejé que caminaras a mi lado, en silencio.

Con eso mismo que hoy no reconozco en mí.

Han pasado casi diez años y muchas historias de no amor.

Que uno vive,como un reflejo.

Respira en busca de un amor para siempre. Ama en busca del abrazo añorado.

Si hubiera sabido no hubiera dejado que me digas adiós, que me saludes desde ese andén...

Te hubiera gritado, te hubiera repetido que te amaba.

Que yo tenía lugar PARA ESE AMOR .

Que fácil hubiera sido saber que los que vinieron después poco sabían de mí.

El erróneo parecido a papá.
El que quería llevarme lejos.
El inteligente.

El inteligente, aquel del tiro del final.

Yo venía moribunda, y caí directo al lodo.

La inteligencia,afrodisíaco efectivo y encantadora llave al placer más intenso.

El amor de la vida puede llegar varias veces, pero hasta que llega otro la espera es dura.

Uno ve irse por la vereda del olvido a muchos.

A una le piden el remise o la llevan en moto en alguna madrugada.

-Me seduce la inteligencia,las palabras bien acomodadas, la charla íntima- te dije alguna vez.

Creo que te idolatré, te idealicé. Y aunque sabía, me gustaba hacerlo.

Todavía recuerdo tu adiós. No fue como ninguno de los otros.

Fue ese, el que más dolió.