La realidad se torna más clara, aunque aún sigo creyendo que los extremos son buenos para escribir. Las depresiones y los amores alocados y luminosos gestan los mejores escritos.
Estoy feliz de haber salido finalmente del lodo. Aún no me acostumbro a la libertad, a una mirada sin brillo, y a extrañar las mariposas.
Los días de a poco se vuelven soleados. O lluviosos.
En mis días las nubes se disiparon.
Quizás jamás pronuncie un nombre, quizás nunca vuelva a caminar por una calle.
Quizás sea otra mujer la que encuentre en el espejo.
Quizás.
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